31 de marzo de 2010

Motivacion para el cambio


Existen aspectos en la vida de las personas que pueden ser cambiados si existe la voluntad de hacerlo. No todo se puede cambiar, pero algunas cosas sí pueden serlo cuando la persona se decide a poner el empeño necesario. Para ello tiene que haber un motivo, que no siempre es fácil detectar. Las personas que deciden emprender una transformación en sus vidas, generalmente lo hacen por exigencias de su propio crecimiento personal, exigencias que se manifiestan por la aparición de necesidades que antes no existían y que impulsan a la persona a efectuar modificaciones en su manera de vivir.

La motivación para hacer algo es siempre satisfacer alguna necesidad y las necesidades de las personas van cambiando a medida que van recorriendo las etapas del desarrollo personal, que no siempre se corresponden con las transformaciones físicas que experimenta el cuerpo. Si estás experimentando la necesidad de introducir cambios en tu vida, es porque estás entrando en una nueva etapa de desarrollo, con nuevas exigencias, no importa cuál sea la edad que tengas. Hay personas que se desarrollan más pronto, otras más tarde y algunas que no se desarrollan nunca, que quedan estancadas.

El tema del crecimiento personal no es tan divulgado como el de las enfermedades mentales, por lo que a las personas a veces le sorprende cuando experimentan trastornos que antes no tenían y piensan si no estará fallando su salud mental. Por supuesto que ante una alteración de la psiquis, cuando aparecen, por ejemplo, angustias y preocupaciones que antes no se tenían, nunca está de más hacerse asesorar por un especialista, pero siempre sin dejar de lado la posibilidad de que se trate de un fenómeno propio de la evolución que nos lleva a tratar de satisfacer necesidades que antes no sentíamos.

La realidad del cambio que las personas experimentan por la simple acción del tiempo ha dado lugar al conocido concepto de las “crisis de la vida”. Originariamente se habló de la crisis de la mitad de la vida y luego esta idea se ha ido expandiendo para abarcar varias “crisis” que marcan el paso de una etapa de desarrollo a otra. A la idea de crisis se le asigna siempre un significado negativo con el que se da a entender que es una fase en la que la persona experimenta un nivel de angustia mayor de lo normal. Esto es natural dado que la crisis implica el paso de un estado conocido a otro desconocido y es la incertidumbre que esto genera lo que produce el aumento de la angustia.

Lo que debes saber es que si, por el temor a lo desconocido, te rehusas a llevar a cabo los cambios que tu desarrollo te está exigiendo, te estás haciendo violencia a ti mismo y, por más que lo intentes, nunca vas a poder volver al estado en que te encontrabas antes. Aunque exteriormente consigas presentar una apariencia de que todo sigue igual, va a haber una parte oculta de ti que va a quedar insatisfecha y que te va a impedir alcanzar la felicidad que podrías tener.

Un factor que contribuye a empeorar las cosas es el de que todas las personas no maduran o se desarrollan al mismo tiempo, debido a factores genéticos y ambientales. Esto hace que cuando una persona está lista para pasar de una etapa a otra de su vida, las otras personas que la rodean pueden o no acompañarla en este cambio. Puede ocurrirte que cuando estás sintiendo nuevas necesidades, avizorando nuevos horizontes, tus amigos o tu pareja no entiendan qué es lo que está pasando, porque para ellos ese momento todavía no llegó.

Cuando se presenta la situación de que nuevas perspectivas se te abren y los otros todavía no alcanzan a percibirlas, puedes a veces llegar a una solución de compromiso que atienda a tus necesidades personales. No siempre es necesario romper con los que te rodean, ni tampoco enojarte con ellos porque no te comprenden. Puedes tratar de seguir un curso intermedio en el cual emprendas algunas nuevas actividades, sea o no que te acompañen, y al mismo tiempo continuar manteniendo parte de tu antiguo estilo de vida. Un salto al vacío nunca es recomendable.

¿Cuáles son las características del pasaje a una etapa superior de desarrollo? Un aspecto que se va incrementando a medida que la persona evoluciona es el de la comprensión. Tomando un ejemplo sencillo, tú comprendes que dos más dos son cuatro, y que dos más tres son cinco. Si te preguntaran cómo te das cuenta de eso, dirías que es obvio, que no necesita demostración. Sin embargo estás olvidando que hubo una etapa de tu vida, cuando eras muy pequeño, en que esos resultados no te parecían tan obvios y en que ni siquiera entendías lo que era una suma.

De manera similar, la persona que ha evolucionado contempla con comprensión la conducta de las otras personas que se encuentran en una etapa inferior, dándose cuenta de que obran de la manera que lo hacen porque no pueden hacerlo de otra manera. O sea, que su comportamiento es “obvio”, teniendo en cuenta la etapa de desarrollo en que se encuentran. Por esto es que se acostumbra decir que comprender es perdonar, porque si uno comprende que determinada persona se conduce de la única manera que le es posible, uno no puede sentir ira o resentimiento hacia esa persona, aunque su comportamiento no sea el que uno desearía.

25 de marzo de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL BY P ARIAS



REFLEXIÓN, Inteligencia emocional



A veces nos sentimos desbordados por emociones como el miedo, la ira, los celos, la culpa o la alegría. Creemos que amenazan nuestra paz interior y por eso, a menudo, preferimos ignorarlas. Pero las emociones en realidad son valiosos mensajes cifrados que nos dicen mucho sobre nosotros mismos. Si aprendemos a escucharlas y a dialogar con ellas, nos abrirán un nuevo horizonte vital, lleno de serenidad y mayor comprensión de quiénes somos.
Creo que lo mejor es expesar nuestras emociones, no debemos guardarnos nada en nuestro interior (ni negativo ni positivo) ya que por una parte descargamos tensiones y, por otra, cuando se trata de un sentimiento positivo que exteriorizamos, se incrementan los aspectos beneficiosos del mismo ya que, además de disfrutar nosotros mismos hacemos partícipes a los demás.
Soy una de esas personas que, además de reir a menudo, llora con mucha frecuencia; esto es lo que mejor me hace sentir, expresar lo que realmente siento.
¿No es maravilloso llorar de emoción al escuchar una canción?¿ o llorar de alegría al abrazar a alguien querido?
Sabemos que hay emociones positivas y negativas pero, ¿qué importa?, de lo que realmente se trata es de saber canalizarlas y llevarlas para conseguir una vida más apasionante y relajada.
No somos responsables de nuestras emociones pero sí podemos aprender a transformar la energía de una forma más creativa y equilibrada. La inteligencia emocional consiste en esto mismo: controlar nuestras emociones.

8 de marzo de 2010

Reflexionando "EL DIA DE LA MUJER"


Reflexionando
"EL DIA DE LA MUJER"



En el tema de la motivación que motiva hacia el éxito ha aparecido una sorprendente paradoja. Las mujeres se abren a la vida dotadas de buenas capacidades; sin embargo, acaban en la edad adulta con categoría inferior a la de los hombres y se les reconocen menos éxitos que a ellos. También las niñas se desenvuelven mejor en la escuela. Sin embargo, en la edad adulta, las encontramos en ocupaciones no remuneradas, como la de ama de casa, o en otras carentes de estímulos, como la de oficinista. ¿Por qué?

En la actualidad, existe la conciencia clara de la discriminación en contra de la mujer que, sin duda, constituye uno de los motivos principales de su poco éxito.
Sin embargo, la discriminación sobre la base del género no explica por completo la distancia que existe entre capacidad y éxito. La sociedad cuenta con medios más sutiles de conseguir sus objetivos, formas de que las mujeres interioricen un impulso débil hacia el éxito, perpetuando esta pauta de comportamiento en otras mujeres. Algunos factores de personalidad que se han propuesto para explicar la distancia entre capacidad y éxito son la motivación para obtenerlo, el motivo para evitarlo y las expectativas de conseguirlo.

La motivación para el éxito es el deseo de obtener algo de valor o importancia mediante el propio esfuerzo, de alcanzar un nivel de excelencia en lo que hacemos. La mayor parte de la bibliografía clásica sobre las diferencias de género afirma que el nivel de motivación para el éxito de las mujeres es inferior al de los varones. Estas diferencias de género tienen considerable interés porque la motivación para el éxito se relaciona con las conductas de éxito, como la actuación en los tests y la elección de ocupación. Así, la inferior motivación para el éxito de las mujeres contribuiría a explicar su menor logro ocupacional y supondría, por tanto, una especie de "barrera interiorizada contra el éxito".

Se han construido teorías para explicar las fuerzas evolutivas, como la socialización, que pueden llevar a las mujeres a tener una reducida motivación para el éxito. Asimismo, se creía que, aunque las mujeres no estaban motivadas para el éxito, sí las influían las preocupaciones sociales o la necesidad de aprobación. Es decir, se creía que la motivación de las mujeres no se debía a normas de excelencia interiorizadas (motivación para el éxito), sino al deseo de la aprobación de otras personas. Algunos autores han sugerido, incluso, que la conducta de éxito de las niñas (por ejemplo, relativas al rendimiento escolar) no se debían a la motivación para el éxito, como en el caso de los niños, sino a la necesidad de aprobación (del maestro).

No obstante, sería preciso reevaluar estos resultados de investigaciones realizadas. La revisión de las investigaciones que se han llevado a cabo no parece presentar muchas pruebas de una inferior motivación para el éxito en las mujeres. Los resultados son complejos porque la motivación para el éxito puede probarse en diversas condiciones, e indican que, en general, ellas tienen un elevado nivel de motivación para el éxito, pero hay situaciones (por ejemplo, las competitivas) que no lo estimulan, como en el caso de los varones. Parece ser que las diferencias de género con respecto a la motivación para el éxito dependen de la situación en la que éste se mida.

Probablemente las diferencias de género en relación con la motivación para el éxito dependan también de la edad y de la etapa de desarrollo. Aunque, en general, las mujeres tengan un nivel elevado de motivación para el éxito, en diversos períodos de su vida, el éxito puede ser causa de ansiedad, de manera que suprima, durante algún tiempo, su motivación para obtenerlo. Por ejemplo, una chica que ha conseguido una media de sobresaliente en su año de acceso a la universidad gracias a su enorme deseo de ingresar en la facultad de medicina y llegar a ser médica, encuentra de repente al hombre de sus sueños. Él no ha pensado en casarse con una médica, sino que quiere una esposa, ama de casa y madre de sus hijos competente. Así, ella abandona todos sus planes sobre sus estudios de medicina. Sin embargo, cuando sus hijos vayan a la escuela, puede resucitar sus objetivos de formación y convertirse en una profesional relevante. Es probable que el éxito le provocase gran ansiedad cuando estaba en edad de casarse, pero, "cumplido" su papel femenino, puede expresar de nuevo su motivación para el éxito, convirtiéndose éste en fuente de satisfacción. Es probable que esta relación de la motivación para el éxito con la etapa de desarrollo, así como su nulo incremento en las mujeres en situaciones competitivas sean consecuencias de la incompatibilidad percibida entre feminidad y éxito.

También haría falta reevaluar la creencia respecto a la necesidad de aprobación de la mujer. Esta creencia se basaba en la idea de que las mujeres son más sensibles al reforzamiento interpersonal; sin embargo, las investigaciones disponibles no avalan esta idea. Lo que, en las mujeres, parecen necesidades de aprobación pueden ser, en realidad, necesidades de éxito expresadas de manera adecuada al género. Así, la tradicional ama de casa de clase media puede estar muy motivada para ser una cocinera extraordinaria y para preparar unas comidas fantásticas no por sus necesidades de aprobación social, sino porque es un medio socialmente aceptable y adecuado a su género de expresar una auténtica búsqueda del éxito. Exhibe un éxito adecuado al género de la mujer.

En resumen, las mujeres, en general, tienen un nivel elevado de motivación para el éxito. No obstante, esta motivación no se incrementa en las condiciones tradicionales de estimulación del éxito, como ocurre en los varones. Las diferencias de género respecto a la motivación para el éxito parecen depender de la situación en la que se prueban, así como de la etapa de desarrollo.

Reflexionando "EL DIA DE LA MUJER"

Reflexionando
"EL DIA DE LA MUJER"



En el tema de la motivación que motiva hacia el éxito ha aparecido una sorprendente paradoja. Las mujeres se abren a la vida dotadas de buenas capacidades; sin embargo, acaban en la edad adulta con categoría inferior a la de los hombres y se les reconocen menos éxitos que a ellos. También las niñas se desenvuelven mejor en la escuela. Sin embargo, en la edad adulta, las encontramos en ocupaciones no remuneradas, como la de ama de casa, o en otras carentes de estímulos, como la de oficinista. ¿Por qué?

En la actualidad, existe la conciencia clara de la discriminación en contra de la mujer que, sin duda, constituye uno de los motivos principales de su poco éxito.
Sin embargo, la discriminación sobre la base del género no explica por completo la distancia que existe entre capacidad y éxito. La sociedad cuenta con medios más sutiles de conseguir sus objetivos, formas de que las mujeres interioricen un impulso débil hacia el éxito, perpetuando esta pauta de comportamiento en otras mujeres. Algunos factores de personalidad que se han propuesto para explicar la distancia entre capacidad y éxito son la motivación para obtenerlo, el motivo para evitarlo y las expectativas de conseguirlo.

La motivación para el éxito es el deseo de obtener algo de valor o importancia mediante el propio esfuerzo, de alcanzar un nivel de excelencia en lo que hacemos. La mayor parte de la bibliografía clásica sobre las diferencias de género afirma que el nivel de motivación para el éxito de las mujeres es inferior al de los varones. Estas diferencias de género tienen considerable interés porque la motivación para el éxito se relaciona con las conductas de éxito, como la actuación en los tests y la elección de ocupación. Así, la inferior motivación para el éxito de las mujeres contribuiría a explicar su menor logro ocupacional y supondría, por tanto, una especie de "barrera interiorizada contra el éxito".

Se han construido teorías para explicar las fuerzas evolutivas, como la socialización, que pueden llevar a las mujeres a tener una reducida motivación para el éxito. Asimismo, se creía que, aunque las mujeres no estaban motivadas para el éxito, sí las influían las preocupaciones sociales o la necesidad de aprobación. Es decir, se creía que la motivación de las mujeres no se debía a normas de excelencia interiorizadas (motivación para el éxito), sino al deseo de la aprobación de otras personas. Algunos autores han sugerido, incluso, que la conducta de éxito de las niñas (por ejemplo, relativas al rendimiento escolar) no se debían a la motivación para el éxito, como en el caso de los niños, sino a la necesidad de aprobación (del maestro).

No obstante, sería preciso reevaluar estos resultados de investigaciones realizadas. La revisión de las investigaciones que se han llevado a cabo no parece presentar muchas pruebas de una inferior motivación para el éxito en las mujeres. Los resultados son complejos porque la motivación para el éxito puede probarse en diversas condiciones, e indican que, en general, ellas tienen un elevado nivel de motivación para el éxito, pero hay situaciones (por ejemplo, las competitivas) que no lo estimulan, como en el caso de los varones. Parece ser que las diferencias de género con respecto a la motivación para el éxito dependen de la situación en la que éste se mida.

Probablemente las diferencias de género en relación con la motivación para el éxito dependan también de la edad y de la etapa de desarrollo. Aunque, en general, las mujeres tengan un nivel elevado de motivación para el éxito, en diversos períodos de su vida, el éxito puede ser causa de ansiedad, de manera que suprima, durante algún tiempo, su motivación para obtenerlo. Por ejemplo, una chica que ha conseguido una media de sobresaliente en su año de acceso a la universidad gracias a su enorme deseo de ingresar en la facultad de medicina y llegar a ser médica, encuentra de repente al hombre de sus sueños. Él no ha pensado en casarse con una médica, sino que quiere una esposa, ama de casa y madre de sus hijos competente. Así, ella abandona todos sus planes sobre sus estudios de medicina. Sin embargo, cuando sus hijos vayan a la escuela, puede resucitar sus objetivos de formación y convertirse en una profesional relevante. Es probable que el éxito le provocase gran ansiedad cuando estaba en edad de casarse, pero, "cumplido" su papel femenino, puede expresar de nuevo su motivación para el éxito, convirtiéndose éste en fuente de satisfacción. Es probable que esta relación de la motivación para el éxito con la etapa de desarrollo, así como su nulo incremento en las mujeres en situaciones competitivas sean consecuencias de la incompatibilidad percibida entre feminidad y éxito.

También haría falta reevaluar la creencia respecto a la necesidad de aprobación de la mujer. Esta creencia se basaba en la idea de que las mujeres son más sensibles al reforzamiento interpersonal; sin embargo, las investigaciones disponibles no avalan esta idea. Lo que, en las mujeres, parecen necesidades de aprobación pueden ser, en realidad, necesidades de éxito expresadas de manera adecuada al género. Así, la tradicional ama de casa de clase media puede estar muy motivada para ser una cocinera extraordinaria y para preparar unas comidas fantásticas no por sus necesidades de aprobación social, sino porque es un medio socialmente aceptable y adecuado a su género de expresar una auténtica búsqueda del éxito. Exhibe un éxito adecuado al género de la mujer.

En resumen, las mujeres, en general, tienen un nivel elevado de motivación para el éxito. No obstante, esta motivación no se incrementa en las condiciones tradicionales de estimulación del éxito, como ocurre en los varones. Las diferencias de género respecto a la motivación para el éxito parecen depender de la situación en la que se prueban, así como de la etapa de desarrollo.

3 de marzo de 2010

EL TREN DE LA VIDA CPLS



Hace algún tiempo atrás, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.



La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre … estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres. Lamentablemente la verdad es otra.

Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable. No obstante esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales.

Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos. De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo

Otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje…

Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite. Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente…otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.

Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro.

Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos.

Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos...

Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.

No importa; el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.

Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible.

Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tengan de mejor.

Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos…

Ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda.

El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.

Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia...

Creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso.

Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.

Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.

Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.

Amigos…hagamos que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena.

Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdosa los que en el viaje permanezcan.

Un abrazo a cada uno de ustedes...

Feliz viaje!!!