16 de abril de 2009

LIDERAZGO PERSONAL M.A. CORNEJO



LIDERAZGO PERSONAL

Sembrando ambiciones
A través de la historia, en el inconsciente colectivo, se ha considerado el concepto de la ambición en su acepción negativa y se le identifica como un acto egoísta y degradante; es más, lo usamos como despreciativo: “Fulano de tal es muy ambicioso”, y consideramos que la ambición nos lleva a la destrucción, de hecho, si las ambiciones son negativas y sin importar los medios las queremos alcanzar, éstas inevitablemente nos destruirán. Pero en su connotación positiva, la ambición viene a representar la semilla de la realización, la parte nuclear del deseo está en la ambición, si nuestra ambición es pequeña la realización también lo será: “Dios concede al ser humano la libertad para ser lo que ambiciona ser”.
Para bien o para mal, la historia ha sido escrita por los ambiciosos, el que ha querido poseer el mundo a través de la guerra y la destrucción, también quien ambicionó legarnos un antibiótico o quien forjó la libertad para su nación. La ambición marca la altura que queremos alcanzar, y hablar de un ser humano sin ambiciones es referirnos a un muerto en vida y no hay peor muerto que aquel que se niega a vivir.
El ser humano despierto es quien ambiciona prosperidad, una casa, una pareja, un auto o una vida espiritual superior, la ambición nos hace avanzar y salvar los obstáculos que se nos presentan. La grandeza de un pueblo es el resultado de la ambición de su gente, por eso es vital e importante sembrar ambiciones en el ser humano y cuando éstas se fundamentan en la ética, estamos bordando entonces el plan de vida de un auténtico triunfador, que sin despojar a nadie puede darse a la tarea de conquistar sus objetivos en forma legítima y orgulloso disfrutará sus resultados. Es preferible una derrota legítima a un falso triunfo.
Los grandes ambiciosos son quienes nos han legado progreso, prosperidad, longevidad, libertad y plenitud espiritual, en fin, han hecho que el mundo sea mejor. En su propia lucha encontraron su recompensa, cuando vieron convertido su sueño en realidad y han sido ellos el factor clave para la evolución del ser humano, por ello es de vital importancia que fortalezcamos nuestras ambiciones, siempre dentro de un marco infranqueable: la ética, que busca en esencia el bien, la belleza y la verdad.
El gran reto de nuestro tiempo es germinar en la niñez grandes ambiciones. Un ser humano que desde pequeño desee vivir en armonía con los grandes valores, garantizará una sociedad superior; de hecho nuestra juventud se ha extraviado en el mundo de las drogas porque la han seducido las falsas ambiciones, carente de valores superiores y la han atraído hacia una vida fácil, ausente de todo esfuerzo.
En casi todas las series televisivas o películas nos muestran héroes carentes de valores, dispuestos a cometer los más aberrantes actos al amparo de una pseudojustificación: Rambo asesina pueblos enteros por salvar a la chica guapa de la película o Rocky despedaza a otros seres humanos por salvar su prestigio. A todos ellos sin excepción, no los apreciamos esforzándose en forma legítima para obtener los bienes, que según la película, gozan a plenitud, al menos yo no he visto a ninguno de estos personajes trabajar con intensidad para conseguir lo que en la pantalla tienen.

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